Los ácaros, la leche de vaca, el huevo, el pelo de gato y las pulgas son los que desencadenan con mayor frecuencia alergias en los niños menores de 5 años.
A veces, no es fácil reconocer que el infante es alérgico a alguna sustancia, animal o alimento. ¿Cómo saberlo? La respuesta es simple: congestión nasal, estornudos, tos y brotes repentinos son los primeros indicadores de alergia, definida por los expertos como ‘una respuesta exagerada del organismo contra sustancias que debería tolerar’, entre ellas, los pólenes y los alimentos.
Cuando ésta se desencadena se activan unas moléculas denominadas inmunoglobulina E, las cuales se fijan sobre unas células (mastocitos y basófilos) que, a su vez, producen sustancias responsables de las manifestaciones clínicas de la reacción alérgica a nivel respiratorio, gastrointestinal (vómito, cólico o diarrea) o de la piel. Se requieren concentraciones mínimas de una sustancia o elemento en particular para que ésta se produzca (un bebé puede ser alérgico al huevo a raíz de las moléculas del mismo que aparecen en la leche materna y le pasan a través de ésta).
Es posible que un infante alérgico al huevo presente, por ejemplo, estornudos, tos, otitis, lesiones en piel, cólico o diarrea. Lo mismo sucede con los ácaros: el pequeño puede desarrollar conjuntivitis, rinitis o dermatitis.
Se estima que el 30 por ciento de los niños son alérgicos. Entre los 2 y los 5 años comienzan a aparecer los primeros síntomas de alergia. Cabe aclarar que en el primer año de vida, es más fácil que los ácaros o algún alimento la produzcan. Hacerse alérgico a pólenes o a gato toma su tiempo (puede aparecer a los tres años).
La herencia y la exposición influyen en la predisposición de un niño a ser alérgico: en el primer caso, si uno de los padres lo es, el riesgo de que su hijo también lo sea es cercano al 25 por ciento; si ambos son alérgicos, dicho riesgo aumenta al 50 y si los dos comparten la misma alergia, la posibilidad de heredarla a sus hijos es superior al 70 por ciento.
Otras causas y enfermedades
Sustancias como pólenes de gramíneas, hongos del aire, pelos de animales; la picadura de insectos como la pulga, zancudos, abeja o avispa, ciertas proteínas presentes en alimentos y medicamentos específicos (particularmente antibióticos) también pueden provocarla.La alergia produce enfermedades que, de no tratarse, disminuye la calidad de vida de vida del infante: si sufre rinitis, el niño crece menos y tiende a desarrollar otitis. Si tiene asma y no la controla, esta puede deteriorar los bronquios a futuro.
Son las siguientes:
· Rinitis alérgica. Es la más frecuente (22 por ciento de los niños la padecen) y el ácaro es el principal causante (animal microscópico que vive en el polvo y se alimenta de residuos de piel y pelo). Se manifiesta con obstrucción nasal, congestión, abundante moco - a veces es claro otras espeso- rasquiña en la nariz y estornudos frecuentes, síntomas que se asemejan al resfriado común. En ocasiones puede generar conjuntivitis, otitis media a repetición (con la posibilidad de la pérdida de la capacidad auditiva) y, con frecuencia, coexiste con sinusitis alérgica. Predispone al asma. Se aconseja que el dormitorio del niño sea minimalista: no deben haber elementos que acumulen polvo (como tapetes). Es clave asear el colchón y aspirar por lo menos tres veces a la semana.
· Asma bronquial. En los niños tiene dos variantes clínicas: una se manifiesta con tos seca, que a veces produce vómito y otra en la que surgen síntomas como tos, dificultad respiratorio y sibilancia (le pita el pecho), lo cual puede desencadenar crisis que requieren atención por urgencias. Este tipo de asma puede ser intermitente –esporádica- o consistente -más de dos o tres crisis por semana. Entre el 12 y 15 por ciento de los infantes la desarrolla.El 85 por ciento de los casos de asma comienzan antes de lo 5 años. Se estima que la tercera parte de los infantes que hacen bronquiolitis, tienen tendencia a desarrollar asma. Un pequeño con tendencia asmática no debe tener gato. Sin embargo, los últimos estudios afirman que un pequeño se hade tolerante a este animal cuando, al nacer, el gato ya habita en el hogar. Caso contrario si el felino llega la casa del menor tiempo después; allí habría mayor riesgo de ser alérgico al animal.
· Dermatitis atópica. Enfermedad de los pliegues. Generalmente aparece en los brazos, detrás de rodillas, cuello y pliegue inguinal, aunque en los lactantes puede aparecer en cara, cuero cabelludo y tórax. Se trata de un brote persistente, que en ciertas épocas parece complicarse, y que produce prurito (rasquiña incontrolable hasta el punto de que un niño se hace daño a sí mismo). El calor, la sudoración y el estrés son factores agravantes. En ocasiones predispone a infecciones cutáneas causadas por virus o bacterias.
· Alergia alimentaria. La más frecuente es a la leche de vaca, puede comenzar a temprana edad y producir brotes severos, incluso en cuero cabelludo; igualmente, náuseas, vómito y diarrea. Las proteínas del huevo, especialmente las de la clara, también son un alergeno frecuente y la alergia a este alimento se suele manifestar con brotes, ya sea ronchas por todos lados, hinchazón de párpados o escamas (rara vez con asma). El trigo, el maní, la soya, el pescado, los mariscos y a veces los cítricos, también pueden causar alergia en los niños.Mientras más crudo sea un alimento o más extraña sea una proteína para el ser humano, mayor posibilidad habrá que la desencadene.
· Alergia a los medicamentos. Es poco común en los niños y más frecuente en los adultos. Los antibióticos, los analgésicos antiinflamatorios y los antiparasitarios (aunque ocasionalmente) son los mayores alergenos dentro del grupo de fármacos, aunque un infante podría hacer reacción alérgica a cualquier medicamento.
· Alergia a la picadura de insectos. La pulga es la mayor responsable. Es normal que aparezca una roncha en el sitio de la picadura, pero no varias de ellas en lugares distantes. Es aquí cuando se habla de alergia. Los niños experimentan, además, una rasquiña incontrolable.La verdadera alergia a la avispa o a la abeja puede comprometer la vida (el menor puede presentar anafilaxis, con síntomas como obstrucción respiratoria y pérdida de conciencia).
Exámenes y tratamiento
Lo primero es detectar el factor causante. Cuando no se logra identificar, hay que practicar pruebas completas de alergia (en brazos y a veces en espalda): con una punción muy superficial se introduce una pequeña cantidad de diferentes sustancias y se mide la sensibilidad del niño a las mismas. Si a los 25 minutos, aproximadamente, aparece una roncha en el lugar de la punción, se dice que el niño es alérgico. Esta prueba se realiza en niños mayores de 3 años.
En los más pequeños se practica una prueba en sangre llamada Rast, para allí buscar las sustancias responsables de la alergia.
A partir del diagnóstico, el infante debe evitar el alergeno. Es relativamente fácil con un alimento mas no con una sustancia del ambiente. En este caso, hay que reducir al máximo el contacto.
Los antihistamínicos son útiles en caso de rinitis, conjuntivitis, sinusitis y dermatitis atópica. En la rinitis y en el asma se utilizan corticoides inhalados y en el caso del asma broncodilatadores. Todos deben ser prescritos por el médico.
Sin embargo, cuando no existe un control rápido de los síntomas, se puede recurrir a la inmunoterapia: a través de vacunas se inmuniza al organismo contra la sustancia que produce la alergia por un tiempo no inferior a año y medio. Es más práctico cuando los alergenos son sustancias del ambiente.
Por Francisco Leal Quevedo, inmunólogo y alergólogo pediatra; Eduardo de Zubiría, alergólogo.
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