Diversos estudios afirman que su presencia frecuente y prolongada en la boca podría afectar el desarrollo apropiado del habla. El chupo, ese compañero inseparable de algunos bebés, tiene una razón adicional para convertirse en su aliado: un estudio publicado por la revista British Medical Journal señala que los infantes que duermen con chupo reducen en un 90 por ciento el riesgo de sufrir el síndrome de muerte súbita.
Los autores afirman que aquél estimularía el desarrollo de los caminos neuronales que controlan la potencia de las vías respiratorias superiores, es decir, ayudaría a mantenerlas abiertas durante la noche, ya que su cierre produce dicho síndrome. El niño aumenta su respiración durante la succión.
Esta investigación coincide con un análisis de trabajos previos sobre el tema publicado en la revista Pediatrics, que demuestra que el uso del chupo por las noches, durante el primer año de vida, reduce significativamente el riesgo de muerte súbita del lactante.
Esta propiedad, sin embargo, no logra convencer a muchos profesionales, quienes siguen declarándose enemigos de su uso, puesto que el chupo es uno de tantos factores que, combinados, reducen dicha incidencia.
Por un lado, afirman, no existe una evidencia científica que sugiera que el bebé necesita succionar por una razón diferente a la de buscar alimento. Cuando se observe su deseo de chupar, es mejor acercarlo al pecho.
El chupo es una manera facilista de entretener al niño y se convierte en problema cuando su uso se prolonga por bastante tiempo. Algunos padres recurren a él como una forma de tranquilizar a ese bebé llorón, que no se calma con nada, sin considerar que comienzan a crear el hábito de la succión más allá de los primeros 6 meses de vida, tiempo en el cual este reflejo debe comenzar a integrarse con otros patrones de conducta del infante, convirtiéndose más en un elemento de comodidad para los padres que de beneficio para el niño, afirma la fonoaudióloga Aixa Materón.
Como regla general se advierte que en las primeras cuatro a seis semanas del bebé el chupo no debe introducirse; tampoco, sustituir el momento de alimentación, ponérselo al infante entre una toma y otra o endulzarlo con miel o azúcar. Si los padres optan por su uso, deben seleccionar uno de marca reconocida y buen control de calidad, ojalá de silicona.
Si ya es un hábito…
Los expertos recomiendan:
· Evitar prohibiciones. No debe exigírsele al niño abandonar el chupo. A medida que crece, lo dejará por sí solo.
· Seguridad e higiene. Cada vez que lo arroje el piso, lavarlo muy bien y no compartirlo con otros pequeños.
· Distracciones. Si en una situación en particular el niño siente la necesidad de usar el chupo, distraerlo con actividades interesantes para que dicho objeto sea su último recurso de entretención.
· Límite de uso. En un calendario en mano pueden destacarse los días que el niño deja de utilizarlo y cuando acumule bastantes, recompensarlo.
Debe evitarse si
· Reduce la frecuencia o duración de las amamantadas (un recién nacido debe lactar de 8 a 12 veces al día.
· El bebé tiene dificultad para alimentarse de forma apropiada (confusión de pezón, por ejemplo).
· No está ganando peso suficiente (en tal caso debe lactar con mayor frecuencia).
· La mamá presenta molestia en sus pezones (tal vez por la confusión del bebé).
· Su producción de leche es baja, por lo cual debe amamantar todo el tiempo posible para estimular la salida de la leche.
· Alguno de los dos tiene algún tipo de infección.
· El bebé presenta infecciones de oído a repetición.
Los pros y los contras de su uso
Según María Helena Varela, pediatra neonatóloga y perinatóloga, estas son algunas de sus ventajas:
· Le ayuda a algunos pequeños a adaptarse a nuevas situaciones (guardería, por ejemplo).
· Calma al niño y lo hace sentir seguro en situaciones difíciles para él.
· Tiene la forma anatómica de la boca.
· Se puede lavar y esterilizar cuantas veces se desee.
· Es más fácil de quitar que el dedo.
· Puede utilizarse en los primeros 6 meses y a partir de allí, suspenderse.
La pediatra Patricia Contreras, por su parte, reconoce como contras que:
· Se asocia con una duración más corta de la lactancia y dificultades para lactar (pezones adoloridos y producción insuficiente de leche).
· El bebé podría estar propenso a desarrollar infecciones orales.
· Algunas investigaciones demuestran que existe una relación entre el uso del chupo y una mayor incidencia de otitis media.
· Su uso puede resultar en atoramiento o estrangulamiento si se rompe o si se cuelga al cuello del infante (nunca hacer esto).
· Su presencia prolongada en la boca conlleva la desviación de los dientes y problemas de habla (lengua perezosa), al inhibir la capacidad del niño para articular ciertos sonidos. Si está aprendiendo a hablar, hacerlo con el chupo podría alterar el patrón del habla.
· Prolonga la succión.
· Podría, igualmente, dificultar el desarrollo apropiado de los músculos faciales y el desarrollo del paladar.
· Ofrecérselo al bebé interferiría la frecuencia de amamantadas, lo cual aumenta las posibilidades de que la mujer ovule y quede nuevamente embarazada.
· Si se utiliza con frecuencia e intensidad considerables, cambia los hábitos de deglución al tragar saliva.
· El niño que permanece con el chupete a toda hora se vuelve hipersensible en la boca.
Por Andrea Linares Gómez
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